16 de Noviembre 2004

El Opio del Pueblo

La religión, obviamente.

Cuando Marx la lamó así se refería a la resignación borreguil, a la conciencia de inferioridad física, moral y espiritual a la que los obreros estaban sometidos, pero no era la religión la que lo causaba, sino la educación religiosa. Supongo que ese fue su error. No era la religión, sino la tradición, la jerarquía eclesiastica. Se les había enseñado que el pueblo llano era inferior, y que sólo serían admitidos en sociedad, integrados, si demostraban activamente que lo eran. No podían progresar so pena de ser excluidos. Y no hay nada tan horrible para un ser humano, animal social donde los haya, como esa idea. Para un antiguo griego el destierro era una pena aun peor que la muerte, porque en aquellas pequeñas sociedades no había posibilidad de esquivar el poder establecido y ser admitido en cualquier otro lugar, practicamente no había ningún otro lugar. Eso es lo que el poder estima en la religión, la capacidad de convencer, de aglutinar, de uniformar a los fieles: debeis ser así. ¿Es eso la religión? Absolutamente. Aunque hoy en día se le llama de otra manera.

¿Por qué proliferan tanto las religiones, los cultos, las sectas? ¿por qué amueblamos nuestras casas a la manera feng shui, por qué hacemos yoga o nos da por las ciencias ocultas? Porque nos falta algo. Necesitamos espiritualidad, y la religión convencional está devaluada en ese aspecto.

¿Dogma? El dogma católico está fosilizado. Dicen que lo que no cambia está muerto, y las iglesias cristianas tradicionales llevan muertas bastantes siglos. Es lo que ocurre con las religiones de libro. Palabra de Dios debería describir el mundo tal y como es, no tal y como fue hace mil años. No podemos olvidar la tradicíón, de acuerdo, pero vivir conforme a ella, con ella y por ella, es un error. No podemos, no debemos. Es absurdo. El noventa por ciento del contenido del Antiguo Testamento es un relato histórico deformado y moralizante para instrucción de un pueblo nómada de oriente medio con un nivel de vida que oscila entre el Neolítico y la Edad del Bronce. Es nacionalista y simplista desde el primer momento, en que Cain (agricultor) mata a Abel (pastor) por envidia de sus resultados. Se trata de una lección de vida, incluso por encima de la lección moral. No cultives, es demasiado duro, vives en un desierto: mejor pastorea rebaños. No te esfuerces siquiera en intentarlo, no razones, es inutil. Yo te doy la solución. ¿Qué enseña Job? A soportar la vida, sea lo dura que sea: no te rebeles. ¿Recibirás recompensa? Seguramente no, vivimos en un mundo horrible, pero si te rebelas el castigo será infinito. ¿Y David y Goliath? La biblia está llena de ese tipo de anécdotas, fruto seguro de una sociedad nómada y sin ejércitos: la astucia derrota a la fuerza. Espera, piensa. Recordad aquella progenitura vendida por un plato de lentejas. Esos pueblos vivían en un mundo duro y peligroso, necesitaban reglas ferreas y voluntad para sobrevivir, no tenían apenas conciencia de grupo homogeneo, no tenían hogar, sólo se reconocían unos a otros a través de su Dios. Somos grandes, somos el Pueblo de Dios.

¿El Exodo? El primer intento de convertir unas tribus del desierto en un pueblo único. En realidad es dudoso que existiera el pueblo judío antes de Moisés. ¿Y quien era ese Moisés? Seguramente ni siquiera uno de ellos, sólo un noble egipcio caído en desgracia, inteligente y muy ambicioso, que prefirió ser cabeza de ratón antes que cola de león. Siendo egipcio, es decir, civilizado y con un concepto de la religión tan descreido como el nuestro, le costó poco utilizarla como arma, como herramienta para someter a esos esclavos. Él comprendía que realmente Dios puede mover montañas: sólo la idea de Dios es capaz de hacer a los hombres moverse en masa a cumplir un objetivo. ¿Significa eso que no tengo ninguna fe en la revelación? Yo no he dicho eso. Yo no puedo juzgar si Dios estuvo o no realmente allí. Sólo sé que Moises le utilizó muy inteligentemente.

Porque Dios es instrumento del Hombre mucho más a menudo de lo que el hombre es instrumento de Dios.

¿A donde quiero llegar? A que ¿cómo va a ser fiel guía de vida en nuestro mundo moderno un libro escrito al detalle para ensalzar y regir un modo de vida que hace milenios que desapareció? Ese tipo de religión no nos sirve. Lo único eterno, lo único inmutable, es el lado espiritual.

Las religiones orientales son mucho más avanzadas en ese campo. Más modernas o más susceptibles de ser modernizadas, sólo dan indicaciones generales, formas difusas de ver la vida, de enfrentarse a la vida. Pueden aplicarse a todo tipo de casos y situaciones, y normalmente no se contradicen unas a otras. Son los dogmas aplicados artificialmente a ellas por los que las utilizaron como medio de control de masas lo que se contradice. Considero el cristianismo dentro de éste grupo, pero el cristianismo tal y como Cristo lo ideó.

Cristo no era un hombre práctico, solo sensato. No impuso su modo de ver la vida con ideas concretas, sólo indicó de manera general lo que quería de la gente, y en muchos casos era esto: no temas, no odies, piensa. Dejo a los religiosos el placer de discutir si era o no algo más que un hombre, porque sinceramente a mi me importa poco. Comprendo que haya gente que para creer en alguien necesita pensar que está por encima, que no es de carne, de sangre, que no fue engendrado por el mismo medio que son engendradas las ovejas, los caballos, los perros... que no nació de mujer ni murió, ni su carne se pudrió como se pudrirá la nuestra. Comprendo todo esto. Pero yo, personalmente, no lo necesito. La materia es tan sublime como el espíritu, puesto que no se diferencian en nada, las ideas y los sentimientos son impulsos electricos de la corteza cerebral, y el concepto de Dios y el del Bocadillo de Jamón no distan tanto desde un punto de vista energético. La diferencia es otra. Si no son capaces de apreciarla bien está que se queden en la burda deificación, sin siquiera sospechar lo que la deificación es en realidad: una simplificación, un título honorífico, una máscara. Y no hay nada tan sublime y tan puro para el ser humano como la máscara.

Alguno se escandalizará. Supongo que son las palabras que utilizo. Supongo que tienen mala fama. Supongo que las utilizo por eso precisamente.

El mundo necesita de hombres grandes para avanzar, y de hombres afables y respetuosos para conservar. Y de hombres terribles para destruir lo que estorba el avance. El equilibrio entre estos tres tipos de hombres es delicado, un complejo ecosistema humano que se desbarata fácilmente. La espiritualidad, bien entendida, debería dotarnos de las armas mentales precisas para saber cual es nuestro lugar, aceptarlo y poder desempeñarlo con eficacia. Y ser felices, que de eso se trata en definitiva. Dar discernimiento al Grande para saber qué avance es beneficioso y cual no, al Afable para saber a quien seguir y cómo hacerlo, y al Terrible para combatir lo perjudicial y no destruir lo bueno. Algunos creen que el dogma, el tú eres así y esto debes hacer, es ideal para ésto. Yo creo que no. Yo creo que la educación suele funcionar mucho mejor. Pero de todos modos el mundo es grande y complejo, y nada ideal dura demasiado. El equilibrio perfecto sólo se alcanza al final, cuando todo está muerto, quieto, vacío. Es la manida paradoja de tantas obras de ciencia ficción, del gran y terrible organismo cibernético que decide exterminar a la humanidad para darle la paz, siguiendo una lógica implacable. Sinceramente, me parece trivial. El equilibrio mas beneficioso es el dinámico, donde todo se compensa poco a poco. Porque siempre habrá líderes y genios egoistas que muevan el mundo en su beneficio por encima del dolor de otros, y siempre habrá pueblo ciego y masas atontadas incapaces de diferenciar lo bueno de lo malo, moviendose por inercia a hacer lo que el lider de turno les diga guiados por el premio inmediato, y siempre habrá asesinos e inconformes que destruirán cualquier cosa, creando discordia sin atender a razones, sólo a su propia insatisfacción. Siempre los habrá. Pero estaría bien que se nos educara para evitar convertirnos en ellos, para distinguirlos antes de que sea tarde.

La religión cómo sistema de valores.

¿Y qué hay de la educación religiosa? Al fin y al cabo empecé a escribir esto con esa idea en la mente. ¿Laicismo? ¿en la infancia? Que absurdo. Llamémosle tolerancia religiosa, convivencia, apertura de mente. Modifiquemos nuestros dogmas religiosos para que enseñen a comprender y convivir con el prógimo, sea este el que sea, sin llegar a la tolerancia mal entendida, que oscila entre el que piensa que su sistema es el mejor y todos deberían dejar de ser tontos y adoptarlo para llegar a la uniformidad absoluta, sea cual sea el nombre que le den a Dios dentro de casa, a la venda en los ojos que nos impide meternos en la vida del otro, sea esta tan miserable como se quiera, porque al fin y al cabo es del otro y no nos afecta.

Y una vez hecho esto enseñemos a nuestros hijos una religión, porque es a su edad cuando mejor podrán disfrutarla. Volquemos en ellos los dogmas y la imaginería religiosa, y démosles apertura de mente suficiente para que una vez llegada la adolescencia puedan ellos solos decidir si quieren o no seguir con ella. ¿Cielo, infierno? Son conceptos horribles, pero tambien son horribles los cuentos de hadas más antiguos y por ende menos contaminados de todo ese horrendo culto a la infancia. No importa que les asustemos o no, démosles herramientas mentales suficientes para superar ese miedo y ser mejores, no se puede meter al niño en una coraza y evitarle tantas decepciones que nosotros sufrimos, porque es con decepciones como el mundo nos educa. No hagamos de ellos seres incompletos sólo por una mala experiencia propia.

¿Y qué hay de la enseñanza? Yo opino que ninguna religión es mejor que otra, sea cual sea el número de practicantes que tenga en cada zona, y que el ministerio debería organizar clases de religión para todos, sea esta la que sea, aunque el profesor de Judaismo sólo tenga un alumno en todo el colegio. No creo que sea un gasto excesivo. Ahora bien, la asignatura que todos los niños deberían dar, siempre la misma para todos, sería historia de la religión. No olvidemos que es un hecho que ha marcado al hombre, que le ha acompañado desde que se puso de pie y empezó a tallar herramientas, puede que incluso antes. Esa asignatura para todos los niños igual, desprovista de relatividades culturales, dedicando a cada hecho religioso el tiempo que la historia le haya adjudicado, y no el que el pais de residencia imponga, sin favoritismos ni zarandajas. Y luego, una vez a la semana o dos como mucho, extraescolar si se quiere, o dentro del horario escolar pero con cierta movilidad para agrupar alumnos de otras confesiones, una clase de religión, de la suya, de la de sus padres. Por profesores titulados, funcionarios en los colegios públicos o aprobados por el ministerio en los privados. Y a ser posible, sacerdotes, que para eso existen.

Y a los niños aconfesionales que se les enseñe algo igualmente abstruso y aburrido, como filosofía clásica. Aunque tengan cinco años, tampoco hay que ser un genio para entender que Platón decía que ningún círculo que dibujes está del todo bien dibujado, pero todos son círculos, y que Aristóteles decía que no hay que pasarse en nada, ni por mucho ni por poco, que los excesos son malos. La cuestión es que no se libren tampoco.

¿Y qué hay de los colegios religiosos? Si son concertados que se acoplen y enseñen lo mismo que los públicos, y si no lo son, que enseñen lo que les de la gana. Es problema del padre, si no le gusta la educación que el ministerio decide, que pague para que le den otra. Pero como el que no puede pagar debe conformarse con lo que hay, habrá que luchar porque lo que haya sea lo mejor que se pueda conseguir.

Y no se que más podría añadir, al menos no se a hilo de qué podría encasquetaros alguna otra pildorilla de sabidurida después de escribir esto. Bueno, tranquilos, ésta vez ha sido un post de Angua en su blog, otro día tendré otra excusa.

Escrito por Aranluc a las 16 de Noviembre 2004 a las 03:49 PM
Comentarios

Uh, que grande.

Yo no consigo desarrollar mis ideas más de dos lineas y tu te marcas un tochopost.

Molas.

Escrito por angua a las 16 de Noviembre 2004 a las 04:50 PM

hmmm. entonces estás en contra de la religiosidad, no en contra de la religión. Yo me considero cristiano y estoy de acuerod en muchísimos puntos contigo.
Si crees en algo es para cuestionartelo continuamente. Deberíamos leer más a Unamuno.
Si alguien cree en algo debe estar preparado a cuestionarselo todo el rato, a que sea acicate de su pensamiento, que le haga pensar.
Y si se hace esto, al menos el cristinaismo como lo entendemos los no-fanáticos o no-extremistas, es una enseñanza tan válida como cualquier otra. Gandhi decía que era una pena que los cristianos practicáramos tan poco el Nuevo Testamento y tenía tanta razón...

Escrito por Borja a las 16 de Noviembre 2004 a las 10:04 PM
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