3 de Septiembre 2004

Excurrepastabur

Si Arturo tenía a Excálibur, Aranluc tiene...

Explico. Esto entra en la sección 'surrealismo de restaurante' que ya os comenté hace poco. En cierta franquicia de restaurantes italianos hay una oferta para dos personas, pides una fuente de pasta y te vas sirviendo. La verdad es que sale rentable porque te dan un montón de comida, bebida y postre, por una cifra asequible. Básicamente lo que te costarían los dos platos (y te dan más comida en la fuente) y una bebida, así que te regalan la otra y los postres, diminutos pero gratis. Pero eso no es lo importante. Lo importante es que para que te vayas sirviendo en tu plato (inutil, porque colocamos la fuente entre ambos y empezamos a zampar cada uno por su orilla, paletos que somos) te dan un curioso artilugio, un cazo horadado con bordes ondulados, lo que creo se denomina escurrepasta. Una vez los hidratos de carbono de los macheroni al forno empezaron a hacer efecto en nuestras ya de por sí sobreexpuestas neuronas, no se me ocurrió otra cosa que coger el cazo susodicho, que estaba limpio y reluciente, y empuñarlo cual maza. Despues de unos cuantos mandobles al aire, algunos ataques fingidos al Gato y al menos uno real y varios aspavientos y halagos al instrumento (que bonito, como brilla, mi tesooorooo...) vino el camarero y, sosoman como era (ni siquiera sonrió cuando le gastamos la broma de costumbre: una cocacola sin hielo y sin limón, y un limón sin hielo y sin limón, pero con limón. Ya se que no es la monda, pero suele arrancar sonrisas de conmiseración y prepara el terreno para chorradas venideras) , dijo: 'será mejor que me lleve este arma'. Y se lo llevó.

Mi Excurrepastabuuur...

(Además de eso Gato estaba empeñado, mientras nos traían nuestra fanega de macheroni, en que camuflara mi brazo como el de la chica de la mesa de al lado para que el acompañante no sospechara y, mientras el distraía a la susodicha, yo metiera mano en su plato de ensalada y sacara un par de puñaos para ir abriendo boca. Y eso lo comentaba en voz alta, empujándome en esa dirección, mientras las víctimas fingían que no exixtíamos, pese a estar mesa con mesa, separados por una maceta. Ah, y también intentó jugar al baloncesto con trocitos de pan con la de la mesa de enfrente, de espaldas a nosotros, que llevaba un pantalón de talle ridículamente bajo y recordaba los viejos tiempos de humillación Mississippera de Florentino Fernandez. ¿Me explico?)

Escrito por Aranluc a las 3 de Septiembre 2004 a las 09:38 PM
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